Ponerse en el lugar de alguien y crear algo desde su perspectiva. Por ejemplo, un diario de viaje.
A las nueve y cuarto salgo de casa, recibo un aire fresco en la cara, estaba la mañana húmeda como queriendo llorar las horas y era la mejor mañana, amo los días como hoy, cuando el cielo se parte en dos… me entran unas inmensas ganas de caminar bajo la lluvia y recorrer las calles de arriba abajo, lamer los recuerdos de los senderos de concreto, o simplemente dejarme llevar por la felicidad absoluta de vivir la vida que tanto respeto. Ello me hace encontrarme a mi mismo, a mi cuando soy alegre, extrovertido, puedo hablarle a cualquier persona diciendo que tiene una bonita sonrisa, unos ojos preciosos, que camina como en una cuerda floja; si, ese soy yo.
Al salir de la boca del metro regreso en el tiempo por un olor que viene a mi, un buen comienzo en el trabajo, recordar los tiempos pasados con ese aroma a comida de escuela, la verdad es que siempre me gustaron esas lentejas que preparaban en la Ricardo Nieto, eran exquisitas, una ironía que su olor se compare con el del deposito de colillas que hay al salir de cada estación de trenes.
De mi casa al trabajo me tardo en llagar 1 hora exactamente así que tengo demasiado tiempo para pensar en mis tonterías, en cosas que talvez no tenga sentido, pero me hacen sonreir, hoy es la primera vez que me tomo el tiempo de llevar una libreta y escribir las miles de cosas que se me pasan por la cabeza, que revolotean una y otra vez. Mis pensamientos van tan rápidos que a veces no sé coordinar esta lentitud manual; muchos se desvanecen, se pierden o transforman en voces mutables de la mente, se olvidan como amores pasados, borrosos y maleables.
Allí esta de nuevo, la chica de la tienda de música, esa que me tiene botando la baba, esa a la que el cabello le debe oler delicioso como a shampoo anti-caspa, tiene la carita redonda como luna llena y los dientes tan blancos como la leche… estoy pensando seriamente en hacerle una llamada anónima y decirle que todos los días paso en el metro, me quedo mirándole, hasta que el vidrio me golpea la nariz, pero que no me importa, la voy a seguir mirando, así se me parta el tabique.
Parezco tonto, voy a llamar esa amarillenta esa y le voy a decir que por su culpa, todos los días me pego de la ventanilla para mirarla, que sueño con chuparle la punta de sus cabellos y peinarle su cabello sentada en mis piernas…le contare todo, lo de mi tabique, le diré que sueño con su pelito con olor a shampoo anti-caspa, la imagino riendo por teléfono y dirá que era lo mas raro que le había pasado en la vida y que soy el hombre mas locamente especial que ha conocido.
Ya casi llego a mi estacion final y será mejor que piense en algo mas romatico para decirle a la chica de la tienda de discos, si quiero tener una oportunidad, y no quedar como un loco acosador, vuelvo a tomar el lapciero y escribo lo que seria la utima parada de mi loca idea “Era tu cabello que jugaba con el viento y entre ondulantes contoneos perfeccionaba tu figura y fue mi inocencia optimista albergando espacios en tus momentos. Sentí tu piel fría, el olor que despierta mis sentidos; aroma de tu cuerpo blanco penetrando en el espacio, acelerando los impulsos que mojaban nuestros labios y era la mejor noche, esa noche donde te vi”.
Suena mi parada, guardo mis cosas y me preparo para un nuevo dia en la realidad, ya mañana tendré tiempo de volver a mi mundo, solo puedo echar un pequeño vistazo por la ventana y balbucear como una despedida: “desearía tener tus zapatos para caminar tu vida”.
Agradezco a mi amigo Julian , por compartir a la distancia algunos pensamientos en los que coincidimos y con lo que construimos este escrito y como dice la actividad ponerse en el lugar de alguien mas.
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